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Carlos González Fenández.
Que este 2021 sea el mejor de los años para cada un@ de ustedes y que el Niño Dios, Jesús, habite siempre en nuestros corazones y en las acciones cotidianas; sin duda, cada año esperamos realizar planes y proyectos y fijamos objetivos y metas, pero nos asaltan tantas dudas y temores por diferentes motivos. La vida no es como quisiéramos, aunque no sabemos hacerla mejor; nada satisface enteramente nuestros deseos. No hay riqueza que pueda proporcionar paz completa. No hay profesión o empleo que puedan satisfacer del todo nuestras aspiraciones. No es posible ser amad@s por tod@s.
Nos preguntamos:
Viviré de cualquier manera pasando de una ocupación a otra, sin saber qué quiero, ni para qué vivo o Aprenderé a distinguir lo importante y esencial de lo que es secundario (separar gravedad y urgencia y atender adecuadamente)?
Viviré de forma rutinaria y aburrida o aprenderé a vivir con un espíritu más creativo?
Seguiré alejándome un poco más de Dios o empezaré a buscarlo con más confianza y sinceridad?
Viviré este año 2021 preocupado sólo por mi bienestar o sabré ocuparme alguna vez de hacer felices a los demás? A qué personas me acercaré? Sembraré en ellas alegría o contagiaré desaliento y tristeza?
Por donde yo pase, será la vida más amable y menos dura o será un año más dedicado a hacer cosas y más cosas, acumulando egoísmo, tensión y nerviosismo o tendré tiempo para el silencio, el descanso, la oración y el encuentro con Dios y amar y perdonar a mis semejantes?
Ante todo esto, escuchemos la voz de Jesús que nos dice:
“No Teman de nada, estemos en guardia contra el engaño de un mundo que quiere utilizar y desviar nuestra enérgica y potente búsqueda de la felicidad y del sentido de la vida; acojámonos a la guía y protección del Señor para que llenos de fe y con un corazón limpio, vivamos y actuemos como Dios manda: AMADOS LOS UNOS A LOS OTROS”.
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